A 20 años del asesinato de la Compañera Claudia López (nº1, Sept 2018)

(Texto aparecido en la primera edición de la publicación «Madre Tierra», en septiembre del años 2018)

A 20 AÑOS DEL ASESINATO DE LA COMPAÑERA CLAUDIA LÓPEZ

En los oscuros pasajes, brilla el fuego insurrecto

La noche del 11 de septiembre se caracteriza por revolver las quietas aguas de la normalidad ciudadana, año tras año se conmemora un nuevo aniversario del inicio de la dictadura militar, a cargo de Augusto Pinochet. Distintas voluntades se unen y propagan la memoria combativa que muchos/as quieren desaparecer, para transformar el recuerdo en un contemplativo trozo de historia y no como un elemento de conflictividad.

Las avenidas y pasajes de algunas poblaciones se transforman en trincheras desde donde apuntar a la policía con materiales caseros, hechizos o armas de fuego. Entre los estruendos se escuchan nombres de compañerxs encarceladxs, prófugxs y vuelven a la calle el Angry, el Jonny, el Mauri y especialmente la Claudia.

Hace 20 años, los pasajes de la población La Pincoya estaban obscuros, sin embargo el fuego insurrecto supo –nuevamente- encandilar voluntades e iluminar la noche. Así, las piedras, los cadenazos, panfletos, miguelitos, las molotov, las escopetas hechizas y las armas de fuego comenzaron a aparecer dispuestos para combatir a la policía.

Durante más de dos horas se extendieron los enfrentamientos, ya los materiales se acababan y la policía se abría camino entre las barricadas… gases lacrimógenos, aturdidoras y comienza el sonido ensordecedor de las subametralladoras vomitando balas entre los pasajes de la población.

Fueron tres lxs asesinadxs por la policía, entre ellxs la compañera Claudia López de 25 años, quien esa noche había llegado a La Pincoya para enfrentarse a la policía, como en tantas ocasiones salió desde las salas o baños del ex pedagógico, Gómez Milla o la UTEM en Macul con Grecia para provocar el conflicto contra los protectores del orden social de los poderosos.

La compañera decidió transitar por diferentes caminos que ponían en tensión las lógicas y dinámicas del mundo capitalista, organizándose en colectivos, fanzines, publicaciones y luchas callejeras en diferentes recintos universitarios, todo en la búsqueda vertiginosa de la liberación total.

“Tus compañerxs de la agitación y resistencia callejera, hoy día te lloramos. Te lloramos porque eras nuestra amiga y nuestra hermana. Pero nuestras lágrimas no son de resignación, sino fuente de odio y rebeldía anticapitalista. Fuente de lucha, como tu vida. Porque tú sigues viva con nosotrxs, entre las barricadas libertarias y nuestros sueños. (…)

Hasta siempre Claudia.

A ti te daremos un minuto de silencio y una vida de combate.
Juventud Combatiente, insurrección permanente

Coordinadora Revolucionaria del Pedagógico (C.R.P)”

La presencia policial durante el velorio y funeral fue constante, hostigando y amedrentando a compañerxs con sus blindados y armamento. En el cementerio el enfrentamiento con la policía se volvió inevitable, y entre gases lacrimógenos, heridxs, detenidxs y disturbios fue despedida la compañera Claudia López.

Año tras año la memoria de la compañera brota entre fanzines, bibliotecas, espacios okupados, publicaciones, barricadas y acciones de sabotaje y destrucción. Un año después de su muerte, un policía resulta con graves quemaduras durante enfrentamientos afuera de la universidad ARCIS.

A 10 años del asesinato de la chica Claudia se levantan varias actividades en su memoria, se imprime gran cantidad de fanzines, las barricadas invaden una vez más las calles de Macul con Grecia y un grupo de acción voló el portón de la 3ra Comisaría de Carabineros en Santiago.

De este modo, el recuerdo de la compañera se transforma en un elemento de combate y acción destructiva, nutriendo un digno presente de conflicto, alejado del victimismo y la memoria inofensiva o simplemente cultural. La Claudia, el Jonny, el Mauri y el Angry siguen encendiendo barricadas junto a lxs conspiradorxs…

PALABRAS DE NUWA, COMPAÑERA DE CLAUDIA LÓPEZ

A la Claudia la conocí en el pedagógico, en el año 92. Fuimos compañeras de pedagogía en castellano… no del mismo curso, pero sí la misma carrera. Nos veíamos todos los días, teníamos algunas clases en común y compartimos en muchas actividades estudiantiles.

La Claudia era piola, muy concentrada, una jovencita de unos 18- 19 años, de pelo largo, vestía artesanalmente, siempre con sus aros largos y morral… tenía un aspecto de fragilidad y era muy grácil en sus movimientos, pero definitivamente la compa era una guerrera. Sin embargo, lo ke más recuerdo, es su sonrisa, su inmensa sonrisa.

Muchxs estudiantes del pedagógico se organizaron por afinidad en La Vanguardia, un lote de compas más radicales, un grupo sin jerarquía y donde participaban sin complicaciones hombres y mujeres, lo mas cercano al anarquismo ke yo halla visto en esos tiempos.

Las protestas en el triángulo de las bermudas -como calificaban la cercanía entre la juan Gómez millas, el pedagógico y el ips- eran muy frecuentes. Los pacos por ese entonces entraban a realizar allanamientos o desalojaban la universidad. Claudia participaba en las distintas acciones, por eso me emocionó cuando hace algunos años atrás se liberó por internet una foto en blanco y negro done se ve a la Claudia encapuchada… cómo no reconocerla…

Claudia no se kedó más de dos años en el pedagógico. Nos volvimos a encontrar por casualidad en la pinkoya. Yo vivía ahí, era profesora en la pobla y varixs cabrxs eran el campamento Jesús obrero, al final de la pinkoya, en la “Patria Nueva”. Ahí nos encontramos un año antes de su asesinato. La Claudia andaba apañando la toma, en temas de agua y talleres…

En relación a la pregunta de cómo se desenvolvía la Claudia en un terreno de confrontación mayoritariamente de hombres, no puedo responder por todo el proceso político-ideológico de la Claudia, pero al menos en el peda se daba el cooperativismo entre todxs y en La Pinkoya había referentes femeninos bastante fuertes como la Herminia Concha…

Su asesinato, el 11 de septiembre de 1998, ocurrió en La Pinkoya con recoleta, frente a los bomberos. Esa noche fue especialmente violenta… muchas personas de la pobla heridas a bala por los pacos. La Claudia venía bajando por recoleta cuando le dispararon por la espalda los pacos culiaos. La represe encargó de peinar la zona y borrar todo lo ke pudiera servir en un juicio, claro ke sabíamos ke en la justicia militar no había oportunidad de nada.

A la Claudia la velaron en el espiral, detrás de la fundación victor jara, en un pekeño salón donde lxs ke kisieron, pudieron verla por última vez.

El funeral se realizó en el cementerio metropolitano. Desde temprano el lugar estaba repleto de contingente policial. El funeral lleno de sapos de civil. A la salida nos atacó la policía, robaron las cámaras a lxs compas y tomaron muchxs detenidxs. Desde ahí en adelante pasaron varios años de seguimientos a sus amigxs y compañerxs, hostigamiento, intervención de teléfonos, infiltradxs en el movimiento poblacional, la era desmedida y descarada de “La Oficina” ke buscaba a lxs luchadorxs sobrevivientes de la dictadura.

Unos días después se realizó una romería en La Pinkoya al punto donde cayó la Claudia. Allí se plantó un arbolito. Llegaron varixs vecinxs y amigxs, su padre y madre, la Herminia. Esta acción fue grabada por un compañero en VHS, pero por el dos mil y algo, unxs cabrs de la academia pidieron el material para su tesis, dijeron ke lo pasarían a formato cd pero nunca nunca lo devolvieron. Por eso la pobla tiene tanto reparo con “lxs universibobxs” ke van a estudiarnos, a intervenirnos, pero se van y no dejan nada,  sólo decepción.

Y hoy, después de 20 años de impunidad, la Claudia sigue viva en el corazón y los pensamientos de muchas generaciones de compañerxs. La compa anarquista (en una época donde el anarquismo no se conocía popularmente), la compa poeta, la bailarina, la disidente, la amiga… ella está retratada en las calles, se levantan espacios con su nombre y su recuerdo, bibliotecas, centros sociales, escuelas libres… su legado está presente, pero la impunidad y la muerte nos siguen acechando. Nada ha cambiado. La dictadura fascista sigue persiguiéndonos, sigue asesinando.

Un espacio de cariño y memoria nos da fuerzas para resistir, para seguir gritando el nombre de la Claudia en nuestras marchas y barricadas… y hasta ke kede unx solx de nosotrxs… ella no morirá…

NUESTRA MEMORIA ES NEGRA
NUESTRO CORAZÓN TAMBIÉN

Reivindicar la memoria de nuestrxs muertxs nos permite reconocernos como compañerxs más allá de las fronteras del tiempo y los territorios, le otorga continuidad al combate y nutre nuestro presente antiautoritario.

La memoria es también una herramienta ofensiva contra la normalidad impuesta, hace que circulen entre nosotrxs las vidas (con sus virtudes y defectos) de quienes ya no están fisicamente, alimentándo así nuestro espíritu negro con los aportes de otrxs compañerxs.

Recordamos y traemos al presente a la compañera Claudia y a todxs nuestrxs muertxs, no solo porque murieron desafiando al Poder, sino más especialmente porque eligieron vivir avanzando a contra corriente de la Autoridad. Sus decisiones y elecciones de vida son lo que nos convoca.

Claudia no es una víctima, ni una mártir por el exceso policial, Claudia era una enemiga del Estado, enemiga de la policía y en la confrontación con el Poder y sus cuerpos represivos, fue asesinada por la espalda, en una clara muestra de la rutina policial. No fue un exceso de un funcionario específico, sino el normal actuar de los custodios del orden impuesto. Porque entendemos que el funcionamiento normal de la policía, es que la detestamos de forma intransable.

Han pasado 20 años desde el asesinato de Claudia y su nombre aún se escucha en la calle, se lee en las paredes, se siente entre barricadas y enciende innumerables mechas. Aún la vemos quienes incluso no llegamos a conocerla en vida, pero la fuimos conociendo a través de la memoria, entendiendo que al igual que nosotrxs hoy, ella fue abriendo caminos anárquicos.

Claudia dio pasos de ofensiva, rompiendo moldes y esquemas, no aceptando papeles secundarios, pasivos o espectadores. Asumió un rol activo y fue asesinada en venganza por ello.

Mantener viva la memoria de la compañera es labor de quienes se encuentran hoy en la calle, negando la pasividad de la resignación. Quienes con sus propias intensidades suben el pulso e irrumpen caóticamente en la normalidad ciudadana. Con todas las herramientas dando guerra a la amnesia y la Autoridad, así lxs muertxs aún avanzan entre nosotrxs y nada acaba, porque todo continúa.

Con Claudia López y todxs nuestrxs muertxs en guerra

Ni un minuto de silencio, toda una vida de combate